¿Cuál es el vínculo entre corrupción y secreto financiero?
El secreto financiero es un elemento clave para facilitar la corrupción. Sin el secreto financiero, no serían posibles muchos hechos de corrupción.
En el terreno de la gobernanza internacional y la transparencia, el ranking más conocido sobre corrupción es el Índice de Percepción de Corrupción. (CPI, por sus siglas en inglés) que elabora Transparencia Internacional. Aunque este tipo de indicadores pueden ser útiles, solo cuentan una parte de una historia mucho más grande. El CPI, por ejemplo, coloca a los países pobres de África y el resto del mundo, las principales víctimas del drenaje anual estimado en 1 billón de dólares en flujos financieros ilícitos (FFI), como los “más corruptos”. Pero la salida de FFI debe ser recibida en alguna parte. Entonces, el Índice de Secreto Financiero (FSI) analiza la otra cara de la moneda: las jurisdicciones que fomentan y facilitan los FFI, suministrando un entorno de secreto financiero que permite esos flujos –desde países ricos y pobres, sin distinción- permanezcan ocultos y libres del pago de impuestos.
Como una comparación entre los dos índices mostrados en la parte de abajo, el Índice de Percepción de la Corrupción clasifica las jurisdicciones por percepciones (ver aquí una crítica de esta metodología centrada, a principalmente, en los llamados expertos y puntos de vista de la élite local principalmente) donde la corrupción local es peor. De esta manera, como escribió Alex Cobham en Foreign Policy, el Índice de Percepción de la Corrupción “incorpora un sesgo de élite poderoso y engañoso en las percepciones de corrupción, lo que puede contribuir a un círculo vicioso y, al mismo tiempo, incentivar respuestas políticas inapropiadas”.
Por el contrario, el Índice de Secreto Financiero utiliza medidas objetivas (¡no percepciones!) con la finalidad de examinar qué países son los peores y más permisivos en materia de permitir la corrupción y flujos financieros ilícitos de otros países. Lo que se ve es que muchos países, los cuales son percibidos por sus ciudadanos como los menos corruptos, se encuentran entre los más permisivos en materia de corrupción y flujos financieros ilícitos transfronterizos.
¿Y ahora qué? ¿Deberíamos enfocarnos en los países más ricos que permiten la corrupción o en los pobres que la padecen? Si bien Tax Justice Network espera que todos los países sean más transparentes y combatan todas las fuentes de flujos financieros ilícitos, la solución clave es detener a los países principales, los cuales tienden a definir la agenda internacional dadas algunas de sus historias coloniales de explotación, de permitir corrupción en todas partes del mundo.
Mientras las guaridas fiscales y las jurisdicciones de secreto sigan ofreciendo el secreto bancario y la capacidad de ocultar otros activos (bienes raíces, oro, arte) o la identidad de los criminales detrás de las empresas secretas, fideicomisos, sociedades o fundaciones, será imposible (tanto para países pobres y ricos) detener el sufrimiento resultante de la corrupción, la evasión fiscal, el lavado de dinero y otros delitos financieros.
Como Transparencia Internacional misma reconoce, “Sin embargo, la integridad adentro no siempre se traduce en integridad afuera, y múltiples escándalos en 2019 demostraron que la corrupción transnacional a menudo se ve facilitada, habilitada y perpetuada por los países nórdicos, aparentemente limpios”.
Si tuviera la oportunidad de mejorar las leyes y regulaciones de 10 países, ¿qué cree que tendría un mayor impacto para detener la corrupción y otros delitos financieros en el mundo? ¿Arreglar la corrupción en Somalia, Sudán del Sur y Siria?¿O asegurarse de que Estados Unidos, Suiza y otros, ya no ofrezcan el secreto que permite la corrupción, la evasión fiscal o el lavado de dinero en el resto del mundo?
A las empresas que están pensando en invertir en el extranjero les sirve saber que el CPI posiciona a Libia, por ejemplo, entre los países más corruptos del mundo desde la perspectiva de que los funcionarios exigen coimas. Pero esto es de poca ayuda para los libios, que quieren saber más: ¿dónde fue a parar la riqueza de su país? ¿cómo se fue? ¿quién colaboró a extraerla?. Ahí es donde entra a jugar el FSI. Consideramos que las anteriores autoridades libias representan el lado de la demanda de corrupción, mientras que Zurich, Londres y otras jurisdicciones opacas que reciben parte del saqueo de Libia son los proveedores de los servicios para la corrupción: el lado de la oferta.
El mismo desafío se enfrenta a los angoleños. Luanda Leaks descubrió cómo la hija del ex presidente de Angola, Isabel dos Santos, compró activos estatales e hizo uso de más de 400 compañías, subsidiarias y cuentas en jurisdicciones secretas. Este imperio se benefició con la suma de miles de millones de dólares en trabajos de consultoría, préstamos, contratos de obras públicas y licencias del gobierno angoleño. El ranking del Índice de Secreto Financiero, por lo tanto, complementa al Índice de Percepción de la Corrupción. Expone la hipocresía detrás del señalamiento a los países en desarrollo “muy corruptos”, y ofrece la base para una nueva forma de comprender la corrupción dentro de un contexto global.
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